La Torre de Babel y el nacimiento del multilingüismo

La Torre de Babel es una construcción de la Antigüedad universalmente conocida debido, fundamentalmente, a su presencia en el Génesis. La creación del mito bíblico que envuelve a este monumento tiene su origen en el siglo VI a. C., cuando buena parte de los hebreos habitantes del Reino de Judá fueron deportados a Mesopotamia —tras la destrucción del Templo de Jerusalén por Nabucodonosor II—, para que trabajaran en el embellecimiento de la ciudad de Babilonia, que en aquel momento estaba gobernada por la dinastía caldea. A este episodio se le conoce como “Cautiverio de Babilonia”, y se prolongó hasta aproximadamente cincuenta o sesenta años después, cuando el rey persa Ciro el Grande conquistó Babilonia y destruyó su imperio, autorizando en el año 537 a. C. a los hebreos a que regresaran a la tierra de Israel.  

La ciudad de Babilonia se había convertido en el corazón de la antigua Mesopotamia, y su influencia se extendía por todo el mundo próximoriental. El centro neurálgico de la ciudad era su célebre torre escalonada, un zigurat llamado Etemanaki, que estaba dedicado al culto del dios Marduk, vencedor de las fuerzas del caos y organizador del universo. Actualmente solo se conservan las ruinas de esta célebre construcción, y, por ello, las fuentes antiguas representan el mejor recurso del que disponemos para intentar conocer su aspecto original, como las tablillas cuneiformes mesopotámicas, la obra del historiador griego Heródoto o el propio relato bíblico. Así pues, el Etemanaki debió ser un monumento con una base de planta cuadrada o rectangular, construido en forma de alta terraza y escalonada en varios niveles (puede que hasta siete), en el último de los cuales se erigía un templo. El núcleo de la construcción estaba hecho en adobe, y este estaba revestido de una capa de ladrillos cocidos, mientras que el templete superior estaba decorado con ladrillos esmaltados azules, imitando el color del cielo. El ascenso a cada una de las torres se hacía a través de una escalera en espiral que llegaba al final.

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Dicho esto, lo que realmente nos interesa de la Torre de Babel es el mito bíblico que se esconde detrás de su construcción y las reflexiones que podemos extraer de él, siempre teniendo como referencia el ámbito de la traducción y la comunicación. Pues bien, según nos cuenta el pasaje veterotestamentario, después de que la humanidad hubiera quedado casi extinta tras el diluvio universal, todos los descendientes de Noé, como únicos seres humanos del planeta, hablaban una sola lengua. Estos, habiéndose desplazado a la llanura de Senar (Babel), se propusieron construir una torre tan alta que llegara hasta el cielo. Entonces, el dios de Noé, Yahweh, juzgando este acto como una muestra de soberbia, se dispuso a castigar a los humanos e hizo que todos hablaran distintas lenguas, lo que los llevó a que abandonaran la construcción y a que se diseminaran por el mundo, pues ya no eran capaces de entenderse entre ellos.

A este respecto, es interesante ver cómo la Biblia explica el origen de la multiplicidad de lenguas como consecuencia de un acto de desafío hacia Dios perpetrado por los humanos, que habían intentado alcanzar el cielo construyendo una inmensa torre. Sin embargo, frente a la versión del Génesis, la construcción de la Torre de Babel podría interpretarse en otros términos, es decir, en lugar de significar un gesto de rivalidad lanzado por las gentes de Babel hacia la divinidad, podría concebirse como un acercamiento reverencial hacia ella, es decir, que el zigurat representara el punto de encuentro entre los dos mundos, el terrestre y el celeste.

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Con todo, más allá de las hipótesis que podamos formular sobre las verdaderas intenciones de los constructores de la Torre de Babel   —lo cual queda para el terreno de la imaginación—, es interesante poner el foco de atención en la significación que hay detrás de este mito bíblico. En relación con esto, cabe subrayar cómo la diversidad de lenguas se interpreta en la Biblia como un castigo moral, pues supone en último término la pérdida de la lengua original y sabia, es decir, la desaparición de un “paraíso lingüístico” en el que todos se entendían con todos. En este sentido, la Torre de Babel representa un símbolo peculiar, pues da muestra de cómo la “no-comunicación” se concibe como una verdadera tragedia para la humanidad, pues hace imposible la comprensión y el entendimiento del otro, transmitiéndonos una idea de la sociedad políglota como una realidad fragmentaria y abrumadora. Por otra parte, podemos pensar también en la importancia que le confiere dicho relato al lenguaje como vínculo social: las lenguas, como vehículos de comunicación, permiten alcanzar colectivamente los propósitos comunes, y cuando no existe la lengua común, tal objetivo queda incompleto.

Sin embargo, este mundo políglota que habría surgido a consecuencia de la soberbia humana, puede concebirse en términos más optimistas, es decir, como una realidad compleja que nos plantea diversos retos comunicativos y nos aporta valiosos recursos, entre ellos, la diversidad cultural. Además, esta no-comunicación tiene caminos de entendimiento a través del aprendizaje de la lengua desconocida, y, a tal efecto, la traducción y la interpretación se presentan como el elemento que permite restituir el componente comunicativo ausente, haciendo posible el acercamiento entre las distintas gentes que habitan el mundo.

Carlos Sánchez Luis

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