La Escuela de Traductores de Toledo

Cualquier persona que se haya interesado un poco por la historia de la traducción seguro que ha oído hablar de la “Escuela de Traductores de Toledo”, denominación que hace referencia a los diversos procesos de traducción e interpretación de textos que tuvieron lugar en la Castilla medieval durante un periodo de enorme efervescencia cultural. Y es que, desde el siglo XIX, se ha extendido una tradición literaria que tiende a exaltar la importancia de Toledo, después de la ‘Reconquista’ de la ciudad en 1085, como núcleo europeo del conocimiento científico y filosófico. En este sentido, el desarrollo singular que experimentó la actividad traductora en el contexto hispánico estaría directamente relacionado con la estrecha convivencia que se produjo entre dos culturas distintas, la latino-cristiana, de un lado, y la arábigo-musulmana, de otro. Con todo, cabe plantearse hasta qué punto podemos juzgar como verídicos todos aquellos relatos que se nos han ido transmitiendo acerca de esta supuesta “escuela”. Aquí te lo contamos.

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El significado histórico de la “Escuela de Toledo”

El primer aspecto que se ha de tener en cuenta a la hora de ‘desmitificar’ el relato de la Escuela de Traductores de Toledo, es el hecho de que no existe documento alguno en el que se aluda a ella de manera explícita, sino que las fuentes se limitan a describir a un grupo de traductores que realizaban su labor en la ciudad de Toledo. Por tanto, debemos plantearnos si la denominación de “escuela” resulta la más apropiada, pues todo apunta a que no existió como tal un centro institucionalizado de traductores toledanos medievales, sino que la expresión de “Escuela de Toledo” ha de interpretarse como el medio intelectual en el que, entre los siglos XII y XIII, se produjeron numerosas traducciones del árabe al latín.

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No obstante lo dicho, lo que sí parece tener una evidencia histórica clara es el hecho de que estos traductores contaron con un importante apoyo institucional por parte del poder político del momento. Así, los arzobispos de la ciudad, desde la época de Raimundo de Toledo en el siglo XII, habrían sostenido económicamente a aquellos mozárabes, árabes y judíos para que pudieran desempeñar su trabajo como traductores. No deja de resultar significativo cómo en un contexto en el que la voluntad política de consolidación de la fe cristiana era lo prioritario, la Iglesia toledana se convirtiera en un importante adalid en la difusión de las obras de la Grecia pagana y del pensamiento árabe. Ya en el siglo XIII, el rey Alfonso X el Sabio tomaría el relevo al arzobispado de Toledo en este papel de mecenazgo, produciéndose un verdadero auge cultural bajo su reinado.

El método de traducción toledano

Otro aspecto interesante es el que atañe a la propia labor traductora que se llevaba a cabo en Toledo. La tradición histórica alude a la posible existencia de una metodología común a todos los integrantes de la Escuela de Toledo, y, en este sentido, se han destacado dos rasgos distintivos que habrían sido característicos de estos traductores:

– Por un lado, la participación de varios “intérpretes” en el proceso de traducción de obras árabes al latín: un primer intérprete habría sido un mozárabe, un árabe o un judío, que se encargaba de traducir los textos árabes a la lengua vulgar que cristianos y arabófonos compartían, esto es, el romance; el segundo intérprete habría sido un cristiano (por lo general, un clérigo) conocedor del latín pero desconocedor del árabe, y su función era la de traducir la obra en cuestión del romance al latín. Si bien este proceso está atestiguado en algunas fuentes que hacen referencia a la traducción de obras concretas (como el De anima de Avicena), su generalización implicaría dar por supuesto que ningún cristiano hispano era capaz de traducir un libro del árabe al latín sin necesidad de intérprete, hecho que no deja de resultar inverosímil.

– Por otra parte, se ha señalado el ‘literalismo’ que caracterizaba a las traducciones de Toledo. En relación con esto, si bien es cierto que los traductores toledanos pusieron especial énfasis en transmitir con exactitud el contenido de los manuscritos, ciertamente este ‘literalismo’ fue la tendencia general de los traductores medievales europeos, por lo que no tendría por qué asociarse a un grupo regional exclusivo.

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El grupo de traductores medievales de Toledo

Una vez visto esto, podemos concluir afirmando que la Escuela de Traductores de Toledo —o, más el bien, el grupo de traductores toledanos medievales— no tuvo una significación tan trascendental como se nos ha querido hacer ver. Sin embargo, no podemos obviar que la labor de estos traductores tuvo una importancia destacable en el desarrollo del pensamiento del Occidente medieval, pues facilitaron enormemente la trasmisión y la asimilación del pensamiento greco-árabe. Tampoco debemos olvidar que esta labor de traducción fue posible en buena parte gracias a la convivencia real que se produjo entre cristianos, musulmanes y judíos, algo poco usual en un mundo dominado por la intolerancia religiosa. Entre estos célebres traductores hemos querido destacar algunos, como Juan Hispalense, Domingo Gundisalvo, Avendauth, Gerardo de Cremona, Marcos de Toledo, Miguel Escoto, Alfredo de Sareshel o Hermán el Alemán

Carlos Sánchez Luis

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