Desde hace varios años, hemos podido observar cómo la calidad ofrecida por los sistemas de traducción automática ha ido mejorando de manera progresiva, lo que ha permitido aumentar la productividad y reducir considerablemente los costes de producción. No obstante, a pesar de las ventajas que trae consigo, la traducción automática ha generado bastante polémica dentro del propio sector, sobre todo entre aquellos que ven en los programas informáticos un verdadero peligro para la continuidad de la profesión. Pero, ¿son realmente incompatibles la traducción automática y la traducción humana?
La Traducción Automática en el mundo contemporáneo
La Traducción Automática (TA) es el proceso de traducción que se consigue a través de un sistema computacional de textos informatizados escritos en la lengua origen y transformados en la lengua meta. Por tanto, se trata de una herramienta que, cuando se introduce un texto informatizado en un lenguaje natural, lo traduce de manera automática a otro lenguaje natural, produciéndose lo que se denomina “traducción en bruto”. El objetivo principal de este sistema es conseguir un modelo de traducción a partir de un corpus bilingüe paralelo.
En la actualidad, el aumento del comercio y las comunicaciones a nivel global han sido factores determinantes en el desarrollo y la aplicación de las nuevas tecnologías en el campo de la traducción, pues las empresas desean vender sus productos y servicios en mercados extranjeros, por lo que la demanda de servicios lingüísticos se ha incrementado de manera considerable. Este aumento de la demanda obliga a que el contenido tenga que ser traducido de una manera más rápida y barata, y es por ello que las grandes empresas tecnológicas están invirtiendo en el desarrollo de programas de traducción automática. Asimismo, este aumento de la productividad de los traductores ha provocado un descenso notable de las tarifas, pues el tiempo y el esfuerzo que requieren para lograr una buena traducción son menores.
Ante esta realidad, las ventajas aportadas por la traducción automática son muy evidentes: inmediatez, comprensión en tiempo real, productividad, autonomía, comodidad, etc. No obstante, cabe señalar un hecho llamativo, y es el contraste existente entre el mundo laboral y el ámbito universitario en el uso de la traducción automática, concretamente en el caso español. A día de hoy, son muy pocas las universidades de nuestro país que incluyen asignaturas relacionadas con la tecnología en los grados de Traducción e Interpretación; de hecho, la metodología didáctica sigue caracterizándose por su talante tradicional. Así, mientras las empresas del sector están continuamente adaptándose e introduciendo nuevos avances tecnológicos, no se puede decir lo mismo de las universidades españolas.
El concepto de calidad en traducción
El concepto de calidad en traducción suele verse un tanto condicionado en función de la finalidad de la propia traducción. Así pues, si el objetivo principal es la comprensión o asimilación del contenido del texto, la traducción debe ser entendible, pero tampoco es necesario que destaque por su brillantez. En cambio, si lo que se pretende es la difusión o la publicación de un texto, entonces el aspecto formal se vuelve un factor fundamental en el proceso de traducción.
En este sentido, las directrices aportadas por el cliente también son un factor importante a tener en cuenta, pues no siempre demanda una traducción con una calidad exquisita, como, por ejemplo, si lo que se desea traducir son las reseñas para una tienda online o un manual de instrucciones; en estos casos, la traducción automática resulta muy útil. Sin embargo, para la traducción de artículos de opinión, de obras literarias o de documentos jurídicos, la traducción automática es insuficiente, y el factor humano cobra una especial importancia en el proceso de traducción.
Por ello, es preciso plantearse si la traducción automática resulta idónea para todos los casos, pues el mundo de la traducción es un ámbito enormemente adaptativo en función de los requerimientos contextuales.
El elemento humano en la postedición de la traducción automática
Una vez aclaradas todas estas cuestiones, podemos afirmar que, a pesar de las múltiples ventajas que aporta la traducción automática, existe un amplio consenso de que debe llevarse a cabo una evaluación humana de las traducciones, aunque ello suponga un coste adicional. Por tanto, el conflicto que muchos han querido ver entre traducción humana y traducción automática carece realmente de sentido.
El traductor humano es el que concluye el proceso de traducción. Con la traducción automática, la persona encargada de la traducción ha de disponer de una gran capacidad de adaptación en función del contexto profesional. Su trabajo consiste en pulir mediante una tarea de postedición la traducción bruta obtenida de forma mecánica; es en esta labor limae donde el traductor humano siempre tiene la última palabra, pues debe cotejar el texto final con el original para comprobar la fidelidad de la información trasmitida y adaptar la traducción a los requerimientos del encargo
Carlos Sánchez Luiz