En muchos casos, cuando abordamos cuestiones relacionadas con la historia de la traducción, tendemos a centrarnos exclusivamente en el legado cultural occidental, que es el que consideramos como propiamente nuestro. Sin embargo, a veces conviene ampliar la mirada y atender a otras realidades que, a priori, se nos presenten más lejanas, como en el caso de las civilizaciones de Oriente Medio.
Mientras el Occidente europeo atendía en la segunda mitad del siglo VIII al encumbramiento de Carlomagno, en el Próximo Oriente islámico se estaba fraguando un nuevo orden político, el Califato abasí. Debido al contacto de los árabes con las diferentes naciones sometidas, el segundo soberano de la dinastía abasí, el califa Al-Mansur (745-775), estableció en Bagdad la “Casa de la Sabiduría” (Bayt al-Ḥikmah). Esta institución fue fundada con el fin de salvaguardar y traducir los libros procedentes de otras culturas para aprovecharse de sus avances y enriquecer la cultura árabe. Así, cuando Al-Mansur llegó al poder, se rodeó de intelectuales de diverso origen y les ordenó traducir al árabe los libros de ciencia y artes procedentes de otras civilizaciones.
Si la Casa de la Sabiduría fue fundada por el califa Al-Mansur, será bajo los reinados de Harún al-Rashid (786-809), el califa de Las mil y una noches, y Al-Mamún (813-883), cuando dicha institución alcance su cénit, llegando a ser considerada como el mayor centro intelectual del mundo conocido. Al-Mamún, apasionado por la filosofía y la ciencia, se mostró especialmente interesado por la Casa de la Sabiduría, dedicándole buena parte de su tiempo y sus recursos. Organizaba en palacio encuentros para los científicos más destacados de entonces, y solía enviar legados a Constantinopla y otras ciudades romanas pidiendo que se le enviaran libros en griego —entre los que se encontraban obras de Aristóteles, Platón, Hipócrates, Galeno o Euclides—, los cuales eran traducidos y estudiados concienzudamente en la Casa de la Sabiduría.
Bagdad como epicentro cultural
Con la llegada al poder de los abasíes, el centro de poder del mundo islámico se trasladó de Damasco a Bagdad, que al poco tiempo se convirtió no solo en la sede del califato islámico y el poder central, sino también en un núcleo donde confluía la cultura árabe con las diferentes culturas de los pueblos recién incorporados al Estado abasí. Por ello, Bagdad se convirtió en una ciudad internacional cuya influencia traspasaba los límites del mundo islámico. En ella habitaban genes procedentes de lugares muy diversos, haciendo de la capital abasí un lugar de encuentro entre las culturas más importantes de aquel entonces; se convirtió en la capital universal del saber por un largo periodo de tiempo, y la traducción se consolidó como el principal motor de cultura debido a su papel de vehículo de contacto entre los saberes de diferentes culturas.
La Casa de Sabiduría de Bagdad se benefició de los aportes de los Estados conquistados, destacando especialmente la civilización sasánida o bizantina. Incluía un almacén para los libros, una biblioteca general, un organismo de traducción y un observatorio astronómico fundado por Al-Mamún. Allí se reunían los sabios eruditos para traducir, redactar, estudiar y copiar libros; ciertamente era un polo de atracción para científicos, médicos, artistas y literatos de diversas partes del mundo.
Los traductores, por tanto, pertenecían a culturas y religiones diversas, y entre ellos había cristianos y judíos. En este sentido, cabe destacar el papel que jugaron los súbditos no musulmanes que trabajaban en la Casa de la Sabiduría y su aportación al movimiento de traducción y la transmisión del patrimonio y pensamiento universales a la lengua árabe. La libertad de culto imperaba en la Casa de la Sabiduría, y los traductores disfrutaban de una posición elevada ante los califas.
La lengua intermedia en el proceso de traducción
El uso de una lengua intermediaria en el proceso de transmisión y asimilación de los saberes de otras culturas por parte de la civilización arábigo-musulmana es un hecho evidente en los primeros tiempos de la Casa de la Sabiduría. Así, la traducción se realizaba a través del persa y, sobre todo, del siríaco. El principal problema que se presentaba a los traductores era traducir directamente del griego al árabe, por ello era bastante común que, mientras unos transmitían el texto griego al siríaco, otros lo traducían del siríaco al árabe. El siríaco, lengua semítica perteneciente al grupo arameo, gozaba de un gran prestigio entre los círculos intelectuales y literarios en Oriente Medio, por lo que se la consideraba un puente de comunicación entre las lenguas.
No obstante, a partir del reinado de Harún al-Rashid, la traducción empezó a realizarse de forma directa del griego al árabe, por lo que estas lenguas perdieron su papel de intermediarias.
El impacto de la traducción en la lengua meta
Debido en buena parte a la labor traductora desarrollada en la Casa de la Sabiduría, se produjo un florecimiento de la lengua árabe en la conocida como “Edad de Oro del Islam” (siglos VIII a XIII); así, el árabe se convirtió en una lengua de cultura que abarcaba ámbitos de diversa índole: ciencia, matemáticas, astronomía, filosofía, agricultura, etc. En general, la elección del contenido a traducir estaba condicionado por una mentalidad un tanto utilitaria, pues se pretendía que los textos pudieran favorecer de algún modo al progreso de la comunidad islámica.
A su vez, una de las principales consecuencias de este proceso de asimilación cultural fue la aparición de ideas y conceptos desconocidos hasta entonces. Luego, pese a que los traductores de Bagdad albergaban una convicción firme que les instaba a no tomar préstamos de otras lenguas, finalmente se vieron obligados a adoptarlos, sobre todo en la elaboración del lenguaje filosófico y científico.
La Casa de la Sabiduría: ¿una escuela de traducción?
Sin lugar a duda, la Casa de la Sabiduría de Bagdad fue una institución clave en el movimiento de la traducción. No obstante, la utilización del concepto “escuela” para designar el conjunto de actividades desarrolladas en este contexto, resulta un tanto controvertido. Realmente, no hay pruebas de que la Casa de la Sabiduría desempeñara la función de un centro educativo como tal, donde se impartieran con el fin de enseñar y aprender los principios de la traducción. Sin embargo, sí que hay constancia de que los traductores trabajaran en grupos, colaborando los unos con los otros, lo que ha llevado a que se aluda a esta institución con el término “escuela”.
Carlos Sánchez Luis